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Principales corrientes de la teoría del comercio internacional durante el siglo XX (página 2)



Partes: 1, 2

La reglamentación directa del comercio
tenía como objetivo el crecimiento de las exportaciones y
la reducción de las importaciones. Estas medidas eran
tanto negativas (prohibiciones de importación, como las
célebres Corn Laws que protegían la
producción cerealera inglesa) como positivas (reembolso de
impuestos a los productores menos competitivos para vender a
más bajo precio en el exterior).

También se practicaron medidas como la exigencia
de que el comercio exterior del país fuese transportado
sobre barcos nacionales. Es el caso de las Navigation Acts,
promulgadas por Inglaterra a partir de 1651, que aseguraban a los
barcos ingleses la exclusividad en el tráfico de cabotaje,
del comercio con las colonias, del tráfico entre esas
colonias, así como del transporte desde Asia,
África o las Américas hacia Inglaterra.
Nótese que la medida se flexibiliza justamente para las
exportaciones, con el objetivo de no entorpecerlas.

Como comentario podemos decir que el mercantilismo, pese
a su planteamiento (que puede parecer hasta infantil), es un
fenómeno complejo. Si a España y Portugal las
condujo a políticas de conquista extremadamente costosas,
que, por su propio éxito en la obtención de metales
preciosos, contribuyeron a frenar el desarrollo de la industria,
en otros ejemplos se produjeron evoluciones contrarias. Es el
caso de Inglaterra, que se vio «obligada», por su
«mala suerte» en la obtención directa de
metales preciosos, a procurarlos mediante el comercio exterior.
Así, el mercantilismo constituyó un apoyo al
desarrollo industrial inglés, e impulsó sus
industrias tanto para reducir sus importaciones como para ampliar
sus exportaciones.

Este último aspecto, el apoyo estatal al
desarrollo industrial, es muy fuerte en el mercantilismo
tardío, en particular con Colbert, gran ministro de Luis
XIV y el más célebre de los mercantilistas. Bajo
Colbert, el Estado francés asumió de manera directa
muchos negocios que se convirtieron en «manufacturas
reales», al apoyar a una burguesía relativamente
débil. En otros casos se reglamentó por decreto las
industrias, con el objetivo de mejorar la calidad y, portante, la
capacidad exportadora de las mismas. Esto se produjo, con fuerza
y éxito variable, en los demás países. Lo
mismo puede decirse de la compresión de los salarios, que
apuntaba también a mejorar la competitividad en una
época en que no existía aún la noción
de productividad.

En suma, si el libre comercio es la doctrina de una
burguesía poderosa en un país poderoso, el
mercantilismo es la doctrina de la burguesía aún en
ascenso y en países en fase de
consolidación.

Protección
externa y desarrollo nacional

Durante la segunda mitad del siglo XIX se produce otra
ola de formación de importantes Estados nacionales: en
1871 Alemania se unifica bajo la hegemonía prusiana;
Italia lo había hecho en 1860, y a finales de siglo la
Guerra de Secesión desemboca en la conformación
definitiva de Estados Unidos. Aunque todos estos nuevos Estados
adoptaron ópticas similares en cuanto al comercio
internacional, el caso alemán reviste el mayor
interés teórico. En efecto, la formación del
imperio estuvo precedida por el primer intento de
integración económica en el sentido que ello tiene
hoy en día: se trata del Zollverein, unión aduanera
entre los diversos Estados en que estaba repartida la
nación alemana.[20]

Ya por el hecho de tratarse de una unión aduanera
podemos ver que el comercio internacional adquiere una
importancia central y esto queda confirmado por el principal
teórico y protagonista del Zollverein: Friedrich List, el
cual en la década de 1840 publicó su obra
Sistema nacional de economía política.
List tiene la virtud de no detenerse en la producción
teórica librecambista, que ya se había transformado
en uno de los principales productos de exportación
ingleses, y dedicarse, en cambio, a estudiar la relación
entre las políticas concretas aplicadas y el desarrollo
económico de ese país. En este sentido afirma que
«la historia de Inglaterra atestigua igualmente de la
estrecha relación entre la política y la
economía
política».[21]

De modo concreto, él establece la importancia de
medidas proteccionistas como las Navigation Acts para el
desarrollo de la industria británica. «Gran
Bretaña ha pues prohibido los artículos
concurrentes aquellos de sus propias fábricas, es decir,
los tejidos de seda y de algodón provenientes de Oriente.
Esta prohibición era absoluta y confrontaba penas severas
en caso de utilización de un solo hilo venido de la
India».[22] Y List se pregunta si al hacer
esto Inglaterra había actuado de manera imprudente o
contraria al desarrollo nacional. «Sin ninguna duda,
según Adam Smith y J.B. Say y su teoría de los
valores (…) Nosotros sostenemos una teoría diferente,
que llamamos teoría de la capacidad productiva,
teoría aplicada por los ministros ingleses, sin entenderlo
plenamente, cuando adoptaron su política industrial:
comprar materias primas y vender productos
manufacturados».[23]

Pero List va aún más lejos, al explicar la
racionalidad del divorcio entre las políticas aplicadas
por Inglaterra y la doctrina de libre comercio que ella propugna.
«Un país como Inglaterra, que ha dejado lejos
atrás a todos sus competidores [gracias a las
políticas proteccionistas impuestas, N. del A.], no puede
más que mantener su industria manufacturera por medio de
intercambios lo más libres posible. Esto explica la
adhesión de los economistas ingleses más ilustrados
por el libre comercio y el poco apuro de los sabios y los
prudentes de otros países por adoptar este principio en el
estado actual del mundo. Si el autor [el mismo List, N. del A.]
hubiese sido inglés, probablemente no hubiese dudado
jamás sobre el principio fundamental de la teoría
de Adam Smith».[24]

De este modo, lo central del pensamiento de List puede
resumirse en que, para un país con una industria
relativamente débil, le resulta imposible competir con
países que cuentan con manufacturas poderosas. Es, pues,
necesaria la protección de la industria nacional para que
esta pueda desarrollarse y alcanzar una posición que le
permita enfrentar a sus competidores. En definitiva, es
preferible renunciar a productos importados más baratos
para estimular la producción interna hasta que esta
última, por el desenvolvimiento de la manufactura, se haga
más barata que la producción
foránea.

Ulisses Grant, presidente de Estados Unidos, luego de la
Guerra de Secesión en que el Norte industrial y
proteccionista se había impuesto al Sur agrícola y
librecambista, observaba esto mismo pero con mayor
cinismo:

…durante siglos Inglaterra ha podido beneficiarse de
un régimen de protección que ella ha llevado al
extremo (…) obteniendo resultados satisfactorios. Sin ninguna
duda, es a este sistema al que ella debe su poderío
actual. Al cabo de dos siglos, Inglaterra ha encontrado
conveniente adoptar el libre comercio porque piensa que la
protección no puede aportarle nada más. Y bien,
señores, lo que sé de mi país me lleva a
creer que de aquí a dos siglos, cuando América haya
sacado todo lo que puede de un sistema de protección, ella
también adoptará el libre
comercio.[25]

En resumen, vemos que el proteccionismo no rechaza los
argumentos de la economía política clásica;
sólo los relativiza para el caso de países con
menor desarrollo industrial. Es así que con List se
plantean los fundamentos de ciertas teorías actuales.
Concretamente, la teoría de las industrias incipientes,
que afirma la necesidad de un periodo de protección para
que las industrias nuevas puedan afianzarse y lanzarse a la
competencia en óptimas condiciones.

Al mismo tiempo, y en estrecha relación con esto,
List introduce el concepto (aunque no el término) de
ventajas adquiridas. En efecto, él constata que las
ventajas propias de un país no son estáticas: ellas
se ganan o se pierden. Si Alemania era un modesto productor de
hierro a mediados del siglo XIX y esta producción
debía desaparecer del país para destinar sus
recursos, digamos, a la agricultura cerealera, no se podía
decir lo mismo cincuenta años más tarde. Las
exportaciones manufactureras pasaron del equivalente de 500
millones de dólares en 1872 a casi 2,500 millones en 1913.
Al aplicar las teorías de Smith y Ricardo, Alemania
debía haberse dedicado a la agricultura y haberse
conformado con un destino de nación fatalmente
atrasada.

Sin embargo, si los proteccionistas no niegan el
núcleo central de la argumentación en favor del
libre comercio (la virtud de este de optimizar la
asignación de los recursos productivos), lo contrario
tampoco ocurre. En efecto, J.S. Mill, uno de los paladines del
libre comercio, afirma: «El único caso en el que
pueden ser defendidos los derechos protectores, sobre la base de
los principios puros de la economía política, es la
imposición temporal -especialmente en una nación
joven y dinámica– con la esperanza de naturalizar una
industria extranjera, que sea perfectamente compatible con las
condiciones del país en
cuestión».[26]

Como veremos a continuación, la teoría
desarrollista (adversaria a la neoclásica) adopta todos
los elementos básicos explicados por List y, más
allá de modernizar y completar el análisis y la
fundamentación, los aportes que realiza en cuestión
de política económica son escasos.

La teoría
de la CEPAL (desarrollismo)[27]

La teoría cepaliana del desarrollo, y del
comercio internacional como uno de los elementos esenciales de
aquella, se compone de dos momentos en el análisis. Con el
objetivo de clarificar las implicaciones de la cuestión
del comercio en el marco de la política de desarrollo,
trataremos sucesivamente esos dos momentos.

El deterioro de
los términos del intercambio
(Singer-PrebischJ)[28]

Se entiende por términos del intercambio a la
relación entre los precios de las exportaciones y los de
las importaciones. Así, cualquier diferencial en la
evolución de dichos precios conduce a una
alteración de dichos términos. De modo concreto, el
deterioro de los términos del intercambio no significa una
baja de los precios de las exportaciones, sino una
evolución que, relativamente a los precios de las
importaciones, implica una pérdida de poder adquisitivo de
aquellas. Por ejemplo, si los precios del café suben en
5%, mientras los de los bienes que importan los productores de
café lo hacen en 10%, existe un deterioro de los
términos del intercambio del café. Prebisch
observa, justamente, que este tipo de evolución
caracteriza los precios de los productos en general exportados
por los países subdesarrollados: los productos
básicos.

La constatación de que los precios de los
productos básicos (agrícolas y mineros) ven, a lo
largo del tiempo, deteriorarse sus precios frente a aquellos de
los productos manufacturados, conduce a la necesidad de dar una
explicación teórica al fenómeno.
¿Qué es lo que hace que cada año sean
necesarios más sacos de café para comprar un
tractor o más libras de cobre para obtener un televisor en
el mercado mundial?

La explicación fundamental será encontrada
en la ley de Engel, según la cual la elasticidad-ingreso
de la demanda de alimentos es muy baja.[29] Esto
significa qué, al crecer los ingresos de una persona que
ya tiene un ingreso aceptable, su consumo de alimentos casi no
varía; mientras en el caso de los productos manufacturados
esa elasticidad es alta. Así, si un individuo que gana 1
000 dólares al mes come tres veces al día, cuando
pasa a ganar 2 000 dólares sigue comiendo tres veces al
día pero comprará autos, televisores, equipos
electrodomésticos.

A esta ley se agregan otras vías de
explicación del fenómeno:

a) Los avances tecnológicos mejoran la
productividad en los productos básicos, pero estos siguen
siendo sensiblemente los mismos (un saco de café en 1920
es muy similar a un saco de café en 1990, salvo que los
costos de este último son muy inferiores a los de aquel),
mientras que el desarrollo tecnológico no sólo
altera las condiciones de producción de los bienes
manufacturados sino que altera los productos mismos (un
automóvil modelo 90 no tiene mucho que ver con uno de
1920).

b) El cambio tecnológico tiende a ahorrar el
insumo de materias primas, lo cual hace que la producción
manufacturera pueda crecer sin aumentar la demanda de aquellas
(baste poner en la balanza la cantidad de acero de un coche del
año 40 y uno del 90; o de un refrigerador; o de cobre para
una radio).

c) Un alza en los costos de las materias primas
repercute directamente sobre el valor de los productos
manufacturados, mientras la absorción en sentido contrario
es mucho menos directa.

ch) Los productos manufacturados exigen cada día
una fuerza de trabajo más especializada, un diseño
más acabado, una tecnología más compleja y
un menor insumo de materias primas, lo que hace crecer el valor
agregado de estos bienes.

d) La oferta de productos básicos se encuentra
dispersa entre productores de diversos países, mientras la
demanda está controlada por pocas manos, que pueden
imponer precios más convenientes para estos. En cuanto a
los productos manufacturados ocurre lo contrario y los
productores son los que pueden empujar sus precios al
alza.

Todos estos argumentos son bastante débiles, pero
dejaremos su crítica para la exposición del
intercambio desigual.

Lo que nos interesa por ahora, para sintetizar la
médula de la teoría cepaliana, es que para Prebisch
existe una tendencia al deterioro de la relación de los
precios de intercambio de los productos primarios frente a
aquellos de los productos manufacturados. Esto es lo que se
conoce como la tesis Singer-Prebisch y que no es más que
el «redescubrimiento» de algo que habían visto
los mercantilistas: el desarrollo económico tiende a que
la parte agregada del valor de las manufacturadas propenda a
aumentar.

Y de este punto procede una categoría de gran
importancia en los análisis de Prebisch y de la CEPAL en
general: la división del mundo entre un centro
industrializado y una periferia productora de materias primas
para aquel e importadora de artículos manufacturados
elaborados a partir de esas materias primas. Si el valor agregado
radica, justamente, en la elaboración de materias primas,
este esquema de comercio implica, de modo necesario un
enriquecimiento progresivo del centro en detrimento de la
periferia.

La consecuencia directa del análisis esbozado es,
lógicamente, la necesidad de transformar la estructura del
comercio exterior de los países periféricos y
reducir su dependencia respecto a las importaciones de
artículos manufacturados provenientes de los países
de centro al tiempo que se aumenta el grado de elaboración
de sus exportaciones. Sólo así se podrá
salir de la espiral que obliga a las naciones débiles a
exportar cada vez más volúmenes de productos
primarios (deprimiendo, aún más así sus
precios) para satisfacer sus necesidades en productos
industriales.

Antes de pasar a las políticas necesarias para
revertir la situación del comercio internacional de los
países subdesarrollados, digamos que Arghiri Emmanuel, en
El intercambio desigual, desarrolla una crítica
de gran solidez a la tesis Singer-Prebisch, y demuestra que la
debilidad de los precios internacionales no se correlaciona con
los tipos de productos (manufacturados o industriales) sino con
las condiciones concretas de producción; especialmente con
los niveles de salarios de los países en que las
mercancías son producidas. Volveremos en detalle en la
sección destinada a la teoría del intercambio
desigual.[30]

La
sustitución de importaciones

Con respecto a la tesis Singer-Prebisch, si se desea
cambiar la estructura del comercio internacional de un
país (tanto las exportaciones como las importaciones), es
necesario cambiar la estructura de la producción de ese
país. Concretamente, será necesario llevar a cabo
un proceso de industrialización que permita satisfacer,
con la producción doméstica, la demanda interna de
bienes manufacturados.

Pero ya que en el mundo existen países con una
industrialización sólida, el libre comercio
tenderá a perpetuar la división internacional del
trabajo existente ya que la producción manufacturera local
no podrá competir con las industrias ya maduras de los
países del centro. Será pues necesario una
protección de las nuevas industrias mientras ellas
adquieren las ventajas comparativas dinámicas
indispensables para poder competir con la producción
externa: es la teoría de las industrias
incipientes.

Estas nuevas industrias estarán orientadas a
sustituir las importaciones de artículos manufacturados
para revertir, así, la tendencia deficitaria del comercio
exterior. Esto significa la renuncia, a corto plazo, a las
fuentes de abastecimiento externas más baratas, en la
perspectiva de permitir el desarrollo de la industria
doméstica de manera de transformar la estructura del
comercio exterior mediante la protección externa primero,
y la transformación de la estructura productiva interna a
largo plazo.

En los hechos, la sustitución de importaciones
contribuyó de manera decisiva a la
industrialización de los países que contaban con
una base económica más sólida (Brasil,
México, Argentina, Chile). Sin embargo, no se logró
la sustitución de las importaciones por la
producción nacional; sino que se sustituyó la
importación de bienes de consumo por la importación
de bienes de capital. Este cambio fue funcional con aquel que se
produjo en el centro, donde la producción de
máquinas y equipos se hizo más dinámica que
la de bienes de consumo. Esto implica que no se superó la
tendencia al déficit de la cuenta corriente, debido a que
el proceso sustitutivo encontró demasiadas dificultades
para pasar de las llamadas sustituciones fáciles (vale
decir, la producción doméstica de bienes de
consumo) a aquellas difíciles de los equipos, sin contar
con que ciertas manufacturas, particularmente la industria textil
que ocupó un lugar importante en el desarrollo industrial,
comenzaron a experimentar un progresivo deterioro de los
términos del intercambio frente a los bienes de capital,
en que la región se había transformado en fuerte
importadora.

Si dejamos aparte el caso del mercantilismo, que por
razones relacionadas con el momento de surgimiento de la
burguesía y de generalización de las relaciones
capitalistas en que surge no puede situarse como respuesta al
libre comercio en tanto teoría, observamos que existe una
gran similitud en cuanto al fondo del pensamiento de las
principales escuelas de la corriente favorable al
proteccionismo.

En primer lugar, tanto en el siglo XIX corno en el siglo
XX, los autores aceptan los argumentos en favor del libre
comercio. Sus teorías no constituyen un rechazo de aquel,
sino una relativización y una suerte de
postergación de su aplicación. Ello explica que
incluso los neoclásicos están dispuestos a aceptar
el principio de protección de las industrias incipientes,
al desarrollar conceptos corno el de arancel óptimo,
definido como aquel que no excluye los productos extranjeros sino
que se limita a reducir el diferencial de precios de manera de
colocar la producción doméstica en posibilidades de
competir con los bienes importados. Por otra parte, los
neoclásicos advierten sobre la necesidad de que la
protección externa esté orientada a conservar y
desarrollar la industria nacional y no, como ha ocurrido a menudo
en América Latina, a mantener una determinada estructura
del producto industrial, por ineficiente que sea.

En segundo término, el proteccionismo aparece
como la teoría del comercio internacional propia dé
la burguesía incipiente o débil (en este plano del
interés de clase podemos incluir al mercantilismo). La
protección se ve, pues, como un instrumento transitorio
para asegurar la existencia y el desarrollo de esa
burguesía, pero se acepta el principio según el
cual, en última instancia, sólo el libre juego del
mercado puede asegurar una asignación óptima de los
recursos.

Así se explica, por el hecho de que es una
teoría de la burguesía débil pero de la
burguesía al fin, que no se hayan sacado ciertas
consecuencias de la ley de Engel. Concretamente que el deterioro
de los términos del intercambio y la incomprensibilidad de
las importaciones empujan a los países de la periferia,
para compensar ese mismo deterioro, a exportar cada vez mayores
volúmenes de sus productos de base. Esto implica una
inversión de la pendiente de la curva de oferta que supone
que a menores precios, mayores son las cantidades ofrecidas. Pero
si la intención de vender es mayor mientras menores sean
los precios, debemos aceptar que el mercado, al menos bajo
ciertas circunstancias, es profundamente irracional y que, por
este hecho y en tales circunstancias, la asignación de los
recursos que él «decide», es también
irracional. Es justamente lo que explica que en los países
de la periferia, en el momento en que se elabora la tesis
Singer-Prébisch, el mercado indique a los productores no
que abandonen la producción de la agricultura y la
minería para destinar esos recursos hacia otras
actividades sino que, al contrario, desarrollen más el
carácter monoexportador de esos países de la
periferia que aumenten aquellas producciones y abaraten los
costos mediante la compresión de los
salarios.[31]

Teorías
contemporáneas sobre el comercio
internacional

Elementos de la óptica neoliberal sobre el
comercio internacional

En realidad, la escuela neoliberal no ha hecho aportes
significativos a la teoría del comercio internacional, y
más bien se ha limitado a retomar la teoría
clásica en sus aspectos más globales, al modernizar
su formulación y radicalizar sus principios generales.
Consecuentemente con lo anterior, los neoliberales abogan por la
no intromisión del Estado en la economía, en
particular en lo que se refiere al comercio exterior. Esta
posición de negación de cualquier política
comercial en el sentido de la puesta en juego de una serie de
instrumentos económicos y jurídicos, ha llevado a
algunos a afirmar que el neoliberalismo carece de una
teoría del comercio internacional.

Creemos que la identificación entre teoría
económica y política económica resulta
abusiva y, de manera concreta en el caso de los neoliberales,
ellos han desarrollado su teoría justamente en
función de demostrar que el mercado tiende de modo
perpetuo al equilibrio, y cualquier intento por corregir sus
fuerzas lo único que logra, al final de cuentas, es
desviar dicha tendencia y conducir a desequilibrios tanto a nivel
micro como macroeconómico.

De este modo, el neoliberalismo ha desarrollado un
modelo básico de explicación de la forma en que el
libre juego del mercado -de la oferta y la demanda- es el
instrumento óptimo para establecer las decisiones
económicas de los agentes: qué se produce y
qué se importa; cuánto se produce y qué se
exporta; cómo se equilibra la balanza comercial y se
estabiliza el tipo de cambio.[32]

Como veremos, la explicación que sigue no es
más que una modernización y una presentación
más clara de los elementos generales de funcionamiento del
mercado, tal como los concebía la economía
política clásica. Para hacer más
explícita la exposición, proponemos un modelo
simplificado de comercio, un poco a la manera de los que hemos
visto anteriormente.

Supongamos dos países que producen y consumen
sólo dos productos: alimentos y telas. El tipo de cambio
entre ambos países es tal que la moneda del país
A(MA), se cambia contra la moneda del país B(MB) a
razón de 10 MA=1 MB. Los costos internos de las
respectivas producciones son los siguientes, expresados en la
correspondiente moneda nacional:

Países

Alimentos

Telas

A

100 MA

80 MA

B

12 MB

14 MB

Lo primero que podemos observar es que él
país A tiene menores costos en ambos productos -ventajas
absolutas en telas y alimentos, para retomar a los
clásicos-, ya que si transformamos los precios de uno en
la moneda del otro según la tasa de cambio enunciada,
tenemos que B produce alimentos a un precio de 120 MA y telas a
140 MA. Si suponemos que los productos son homogéneos, que
no existen costos de transporte ni otros costos de transferencia
y, por supuesto, que no hay aranceles ni trabas de ningún
tipo al comercio internacional, tenernos que en el mercado de B
los alimentos y las telas de A se venderán a un precio de
10 MB y 8 MB, respectivamente.

En tales condiciones, los consumidores de B
preferirán los productos de A y se importarán ambas
mercancías. Si el país B importa, digamos, 5 000
unidades de alimentos y 3 000 de tela, en el mercado de divisas
ello se reflejará en una demanda adicional de 740 000 MA
y, paralelamente, en una oferta suplementaria de 74 000
MB.[33] Tal situación, que expresa un
desequilibrio de la balanza comercial, constituye una
desvalorización de la moneda de B -o, lo que es lo mismo,
una valorización de la moneda de A- que conducirá a
las respectivas depreciación y apreciación. El
nuevo tipo de cambio del mercado se establecerá, por
ejemplo, a 8 MA=1 MB.

La variación del tipo de cambio conducirá
a una variación de la relación precios de
intercambio de tal modo que, expresados en moneda de B y
suponiendo que los precios se han mantenido iguales en las
respectivas monedas nacionales, el alimento de A llegará
al mercado de B a un valor de 12,5 MB (100/8) y la tela de A lo
hará a 10 MB. Con este nuevo tipo de cambio el país
B pasa a ser más competitivo en alimentos, al
transformarse en exportador de esta mercancía, mientras A
se mantiene con menores costos en telas, de las cuales B
seguirá siendo importador.

Veamos ahora de qué manera se modifica la balanza
comercial entre ambos países: supongamos que A importa 4
000 unidades de alimentos de B, para lo cual necesitará 48
000 MB (4 000 x 12) mientras que, por ahora, supondremos que B
importa las mismas 3 000 unidades de telas que, al nuevo tipo de
cambio, equivalen a 30 000 MB (240 000/8) como oferta. Si la
balanza comercial es el único elemento de la balanza de
pagos entre ambos países, en el mercado de divisas se
producirá una tensión a la demanda representada por
una 18 000 MB de excedente de esta por encima de la oferta de MB.
Esto significa que la moneda de B está sobrevaluada -o que
MA está sobrevaluada- y el tipo de cambio tenderá a
ajustarse con una reevaluación de MB-o una
devaluación de MA.[34]

Hasta aquí, vemos que se trata sensiblemente del
mismo razonamiento de Ricardo para la explicación del
establecimiento de las ventajas comparativas por medio de los
flujos financieros que se producen como contrapartida de los
flujos reales. De hecho, observamos que en nuestro ejemplo se ha
producido una especialización internacional a partir de
ventajas comparativas en un contexto en que un país posee
ventajas absolutas en ambos productos.

Sin embargo, los neoliberales agregan dos elementos que
introducimos a continuación. El primero de ellos es la
supresión de la identidad entre costos y precios que
supone Ricardo. Aquí los precios ya no están
determinados únicamente por los costos sino que quedan
establecidos, en última instancia, por el juego de la
oferta y la demanda. El costo, para la escuela neoclásica,
es sólo el nivel mínimo al cual un
productor-comerciante puede vender su mercancía. Si el
precio cae por debajo del costo el productor deberá
encontrar la manera de reducir este último o, de lo
contrario, abandonar la producción.

Si volvemos a nuestro ejemplo original, tenemos que al
iniciarse el comercio entre ambos países, la demanda para
los productores de A aumentará en 5000 unidades de
alimentos y 3 000 de telas. Ceteris paribus, los precios
subirán en el país A -a causa del incremento de la
demanda-mientras que ellos bajarán en B, ya que en este
país la demanda habrá disminuido. Vemos que este
elemento se manifiesta como un igualador de los precios a nivel
internacional, con el solo límite, justamente, del costo:
si el precio de mercado cae por debajo del precio de costo, el
productor se retira de la actividad.

El segundo elemento que agregan los neoclásicos
es el de la elasticidad-precio de la demanda. En efecto, las
cantidades demandadas varían de manera inversa a la
variación de los precios, de modo que al subir el precio
la demanda disminuye. La elasticidad-precio de la demanda es
propia de cada producto, ya que hay bienes cuya demanda es mayor
que la de otros: en nuestro ejemplo podemos suponer que la
demanda de alimentos es más inelástica que la de
telas. Además, para un mismo bien, la elasticidad
varía según el nivel del precio que él tenga
en el mercado.

Introduzcamos ahora estos dos elementos en el
razonamiento anterior y partamos nuevamente del ejemplo original.
Supondremos que la apertura del comercio entre A y B ha provocado
una variación del tipo de cambio tal que 9 MA=1 MB y que
el efecto del aumento de la demanda en A y su disminución
en B ha provocado una variación de los precios internos de
ambos productos, tal como queda expresada en el siguiente
cuadro:

Países

Alimentos

Telas

A

105 MA

90 MA

B

11 MB

12 MB

Los precios internos han subido en A y descendido en B.
Este solo movimiento podría ser suficiente para la
igualación internacional de los precios; aunque en nuestro
ejemplo lo hemos evitado para mostrar el efecto combinado de la
variación interna de los precios, la variación del
tipo de cambió y el comportamiento de las respectivas
demandas en función de las correspondientes
elasticidades.

Ahora bien, supongamos que el tipo de cambio se ha
modificado, por el juego del mercado de divisas,
estableciéndose la paridad en 9MA=1 MB. Si llevamos los
nuevos precios de A a MB, teniendo en cuenta la nueva tasa de
cambio, tenemos que los alimentos y las telas valen 11,666 MB y
10 MB, respectivamente. Ahora B es más competitivo en
alimentos, mientras A mantiene su ventaja en telas. En
dependencia de los volúmenes exportados e importados, la
balanza comercial bilateral estará equilibrada o
tendrá un, saldo favorable para uno u otro
país.

Aquí es donde interviene la elasticidad-precio de
las respectivas demandas. Supondremos que por un lado el
país A importa 4 000 unidades de alimentos del país
B, lo que representa 44 000 MB. En cuanto a B, al precio y tasa
de cambio original -cuando cada unidad de tela de A le costaba
8MB- importaba 3 000 unidades de tela. Al precio actual de 90 MA.
Ia unidad y con el tipo de cambio de 9 MA=1 MB, a B le cuesta 10
MB cada unidad de tela de A. Si tenemos en cuenta la
elasticidad-precio de la demanda de B por las telas de A, podemos
suponer que, al elevarse el precio de las telas -por efecto
combinado del incremento de los precios de A y la
devaluación de MB, que significa un incremento adicional
de los precios de los productos de A expresados en MB- B
sólo deseará importar 2 500 unidades, que tienen un
valor total de 25 000 MB.[35]

La nueva balanza comercial arroja un saldo de 19 000 MB
favorable a A, lo que ocasionará nuevos ajustes en los
precios internos y tipos de cambio -o sea, una
modificación de los términos del intercambio, entre
ambos países- que tendría sus efectos sobre las
cantidades respectivamente demandadas; todo ello como un proceso
que debe conducir al establecimiento del equilibrio comercial
sobre la base de tipos de cambio óptimos y niveles
adecuados de consumo.

Observemos que todo esto consiste en una
complejización y una combinación de las
teorías de las ventajas comparativas de David Ricardo -en
que la especialización internacional se establece gracias
a los flujos financieros que ocurren como contrapartida de los
flujos de mercancías- y de la demanda recíproca de
John Stuart Mill -en que los volúmenes importados
están determinados por los precios del bien; a la vez que
dichos volúmenes, en tanto parte de la demanda de una
mercancía, determinan el precio de la misma. Si resumimos
lo anterior, podemos decir que este razonamiento tiene por objeto
demostrar que son las fuerzas del mercado quienes mejor
determinan las principales decisiones económicas, en
particular para lo que nos interesa aquí, en lo que se
refiere a saber si una mercancía debe importarse o
producirse domésticamente, qué es lo que debe
exportarse, cuál debe de ser el tipo de cambio, qué
volúmenes debe de tener el comercio exterior,
cuáles deben de ser los precios de las mercancías,
entre otras.

El automatismo de los mecanismos considerados conduce a
los neoliberales a establecer que todo desequilibrio externo
tiene como origen un desequilibrio macroeconómico interno
entre la oferta monetaria y la oferta doméstica de bienes
y servicios. En efecto, según la teoría de los
ajustes espontáneos que hemos esbozado, la balanza de
pagos debería tender siempre al equilibrio,
fenómeno que es cotidianamente desmentido por la realidad.
La explicación neoliberal de esto radica en que la
tendencia al desequilibrio se produce debido a una oferta
excesiva de dinero, que ejerce un efecto directo sobre el gasto
interno, el cual crece más rápido que el producto,
y transfiere dicho efecto al exterior por medio del proceso de
ajuste en el mercado monetario a la vez que genera déficit
comercial u otro. De este modo, no debemos sorprendernos si la
vertiente propiamente monetarista del neoliberalismo llega a
afirmar:

Todos los desequilibrios en balanza de pagos, en
esencia, un fenómeno monetario. Los llamados
déficit o superávit "estructurales" tales como los
déficit descritos como "inevitables" para las
economías "subdesarrolladas" simplemente no pueden existir
[según el mecanismo de ajuste que hemos expuesto, N. del
A.], a menos que uno incluya en el concepto de "estructura" a una
propensión inalterable del gobierno a proveer un
financiamiento inflacionario a los programas de desarrollo, que
deben ser aceptados y pagados a través de contribuciones
de ayuda de los países
desarrollados.[36]

La argumentación expuesta tiene una fuerte
coherencia interna: a partir de las ventajas absolutas se
establece un comercio internacional desequilibrado.

Tal desequilibrio de los flujos reales se traduce en la
esfera financiera como un excedente de oferta de la moneda del
país que presenta un déficit comercial, lo que
repercute en una devaluación de dicha moneda, con el
consiguiente cambio en los términos del intercambio para
el país importador neto sus importaciones se hacen
más costosas mientras que sus productos se hacen
más baratos para el resto del muido.

Por su parte, el incremento de la demanda para el
país exportador neto hace subir sus precios internos
mientras que lo contrario ocurre para el país importador;
lo cual acontece en virtud de la teoría cuantitativa de la
moneda, por la disminución de la relación
mercancías/masa monetaria que se produce en el país
cuya balanza comercial es positiva y sucede la evolución
inversa en el país
deficitario.[37]

Este efecto se suma al de la variación de la tasa
de cambio y acentúa el movimiento de la relación de
precios. En virtud de las elasticidades-precio de las respectivas
demandas, el país deficitario ve encarecerse sus
importaciones y, por lo tanto, el volumen de estas disminuye para
el país con una balanza comercial positiva se le hace
más barato importar y aumentan sus compras al
exterior.

Estos tres elementos se conjugan en un sistema cerrado
hasta establecerse el equilibrio del comercio exterior, el tipo
de cambio óptimo y unos precios internos alineados sobre
los precios internacionales. Todo ello garantiza una
asignación óptima de los recursos.

El razonamiento, como dijimos, no carece de coherencia
interna mientras el análisis se mantenga en este plano.
Sin embargo, y más allá de las críticas
externas que veremos más adelante, la argumentación
neoliberal no es capaz de responder a algunas críticas
internas a su propio esquema de razonamiento.

La principal crítica a la teoría
tradicional del ajuste de la balanza de pagos, tal como la
utiliza la escuela neoliberal para la explicación del
comercio internacional y su desarrollo, consiste en que en la
actualidad no es defendible la hipótesis de que sean los
flujos reales los que determinan los flujos financieros. En
realidad la balanza de pagos se presenta como un dato, en el cual
los flujos financieros autónomos -es decir, aquellos que
no consisten en una contrapartida de los flujos de
mercancías- resultan ser una variable fundamental y, en
muchos casos, la variable más importante.

Concretamente, los movimientos de capitales y las
consiguientes necesidades impuestas por el pago de intereses y
amortizaciones de la deuda externa colocan a la mayoría de
los países en la necesidad de obtener saldos comerciales
positivos como medio para equilibrar su cuenta corriente. Esta
situación, dicho sea de paso, no es monopolio de los
países subdesarrollados sino que caracteriza
también la posición de ciertos países
altamente desarrollados, como los propios Estados
Unidos.[38] Dicho de otro modo, el comercio
exterior deja de ser la variable independiente y se convierte en
un efecto fundamental de otras variables en los flujos de
capital.

Así, en general la teoría neoliberal se
utiliza en sentido contrario de lo que ella plantea a nivel de la
economía pura existe un desequilibrio en la cuenta
corriente que debe ser compensado; la única posibilidad
para ello radica en la obtención y maximización de
un saldo neto exportador, para la obtención de este saldo
es necesaria la disminución del consumo interno; ya que
ello permite liberar más bienes para la exportación
y comprimir las importaciones; paralelamente se libera la moneda,
lo cual en las condiciones de déficit en la balanza de
pagos conduce a una devaluación de la moneda nacional,
así como a una disminución adicional de los
volúmenes importados y un aumento de las exportaciones,
debido a un deterioro de los términos del intercambio que
se traduce en la pérdida de poder adquisitivo de las
exportaciones, además de un mejoramiento de la
competitividad, en términos de precios frente a los
países cuya moneda se ha revaluado en relación con
la moneda nacional.

A partir de aquí, podemos plantear las
críticas externas más evidentes que se pueden hacer
a la escuela neoliberal en el plano de su concepción del
comercio internacional.

De una manera general, vemos que la compresión de
las importaciones y el aumento de las exportaciones no resulta-,
como en el caso de la vertiente desarrollista, de un desarrollo
de la capacidad productiva nacional.

En efecto, en esta óptica el equilibrio de la
balanza comercial como objetivo inmediato significa:

a) restricción de la inversión por el
encarecimiento de los equipos importados en el mercado
interno;

b) deterioro del nivel de vida por la disminución
y el encarecimiento de la oferta de productos de primera
necesidad, debido al aumento de las exportaciones y a la
disminución de las importaciones de los mismos;

c) deterioro de la calidad de vida, por los mismos
motivos, en cuanto a los otros bienes;

ch) empobrecimiento de los sectores de menores ingresos,
debido a las políticas de control de la masa monetaria
mediante compresiones salariales. Este es un elemento central de
la política neoliberal ya que los ingresos más
bajos se caracterizan por una gran propensión al
consumo.[39]

d) estancamiento de la producción destinada al
mercado interno, generalmente a cargo de pequeñas y
medianas empresas, producto de la reducción de dicho
mercado.

Todas estas consecuencias, y otras no ligadas de manera
directa al comercio internacional o provocadas por las que
acabamos de enumerar (desempleo, aumento de la delincuencia,
incremento del carácter represivo del Estado como medio de
enfrentar la resistencia popular a estas políticas,
etcétera) constituyen la base objetiva de la fama que se
ha ganado el neoliberalismo como una doctrina profundamente
despreocupada de la dimensión social del desarrollo
económico.

Por otra parte, caben aquí todas las
críticas que pueden hacerse al mercado como único
instrumento de determinación de las decisiones de los
agentes económicos: imperfección real de la
competencia por falta de fluidez y transparencia del mercado;
situaciones concretas de monopolio y monopsonio; incapacidad del
mercado para internalizar las economías externas,
etc.

Pero más allá de ello, queremos dejar en
claro que, pese a su presentación aparentemente objetiva y
científica, la teoría neoliberal del comercio
exterior descansa sobre una premisa en profundidad contradictoria
con la realidad: no son los flujos reales los que determinan los
flujos financieros Los flujos financieros están
constituidos en lo fundamental por movimientos no ligados de
manera directa a movimientos de mercancías, e imponen a
los países la necesidad de equilibrar, mediante una
balanza comercial positiva, una cuenta corriente cuyo
déficit debe explicarse a partir, en su aspecto principal,
de la posición de endeudamiento externo neto.

Esto es lo que conduce al neoliberalismo -por medio de
los gobiernos e instituciones internacionales adeptas- a proponer
los programas de ajuste recesivo caracterizados' por las medidas
de «ajuste estructural», impulsadas por el FMI, y que
pueden resumirse en la contracción del consumo -que muchas
veces se encuentra en los límites de la subsistencia-, el
abandono de los proyectos de desarrollo y la
transnacionalización de la economía nacional
mediante diferentes mecanismos que se limitan a reducir los
pasivos del puesto «deuda externa» gracias a la
reducción de los activos nacionales, entregados -a precios
de liquidación- a los monopolios extranjeros.

Bibliografía

Economía Internacional (Colectivo de
Autores), La Habana: Editorial Félix Varela,
2004

 

 

Autor:

Jacqueline Laguardia
Martínez

[1] «Dejar hacer, dejar pasar»,
consigna defendida por Quesnay y los otros fisiócratas.
La primera parte reivindica el derecho a la manufactura,
reservado entonces a los gremios y corporaciones. La segunda
parte se dirige contra las trabas a la circulación de
mercancías, las cuales no sólo dificultaban el
comercio entre Estados sino, como en Francia antes de la
Revolución, abarcaban los movimientos de
mercancías de una provincia a otra.

[2] Cf. La riqueza de las naciones, p.
402.

[3] Ibíd., p.403.

[4] En efecto, si Inglaterra emplea 50 k en
10 rollos, con 150 k producirá 30 rollos. Si Portugal
necesita 60 para 10 barriles, al agregarse 90 k
producirá los 10 más 15 barriles producidos con
esos 90 k.

[5] Este nombre no se lo dio Smith, sino que
surge posteriormente con referencia a la teoría de las
ventajas comparativas de Ricardo, que veremos a
continuación.

[6] Principios de economía
política y tributación, FCE, 1959, pp.
102-103.

[7] La formulación actual de la
teoría cuantitativa de la moneda es la de Irving Fisher
(1867-1947). Su teoría fue publicada en 1892. Sin
embargo, ya finalizado el siglo VI, concretamente en
España, existía una conciencia de que al aumentar
la disponibilidad de oro los precios tienden a subir.

[8] Sobre las leyes del intercambio
Internacional, El Caballito, México, 1979, p. 87.

[9] Ibíd., pp. 59-64.

[10] Ibíd.

[11] Para considerar un factor como
inmóvil, basta con que el grado de movilidad que tenga
no sea suficiente para hacerlo competitivo. Si ese factor
tiende a ser remunerado á igual tasa en todas partes,
entonces es móvil. En el caso de la fuerza de trabajo,
las enormes diferencias entre los niveles de salarios de un
país a otro muestran que los flujos migratorios son
insuficientes para hacer de la fuerza de trabajo un factor
móvil en el plano internacional.

[12] En este sentido, ver la crítica
que desarrolla Emmanuel en: El intercambio desigual,
seguramente una de las más sólidas y coherentes a
la teoría ricardiana.

[13] Paradójicamente, la
introducción de los rendimientos crecientes y
decrecientes llevo, en su época, a afirmar que los
países que se especialicen en el sector primario
(agricultura, minería, extracción y pesca)
verían mejorar su relación de intercambio con
respecto a aquellas que se especialicen en la manufactura, que
la verían deteriorarse, debido a las pendientes inversas
de las curvas de oferta (!).

[14] Cf. J.S.Mill: Principios de
economía política, Libro III, cap. XVIII,
FCE.

[15] W. leontieff: «Domestic
Productíon and Foreígn Trade: The American
Capital Position Re-Examinated», in: Proceedings of the
American Philosophical Society, 97 (sept. 1953).

[16] «Domestic Production…»,
Op. c/f., pp. 522-523.

[17] No incluimos el Oeste ya que Leontieff
escribe en 1953 y utiliza datos de 1947. En esa época
aún no se asistía al fuerte desarrollo que ha
conocido California en las últimas décadas.

[18] En realidad, y a diferencia de Ricardo,
Heckscher y Ohlin identifican «nación» y
«Estado nacional», por lo que nuestra
«defensa» estaría fuera de lugar. Sin
embargo, este concepto de nación adoptado por esos
autores representa una debilidad innecesaria en el
planteamiento de tal teoría, en la medida, justamente,
en que los Estados, y sobre todo los grandes Estados, no
están dotados, de manera homogénea, de recursos
productivos.

[19] ellsworth y leith: Comercio
internacional. FCE, 1981, p. 23 (subrayado en el original).

[20] En realidad, toda formación de un
Estado nacional implica, de por sí, un proceso de
integración entre economías previamente
separadas. La diferencia radica en que hasta el Zollverein, y
por mucho tiempo después, el instrumento unificador
fundamental había sido la contienda Milltar. Lo novedoso
radica pues, en la utilización de instrumentos
económicos en específico.

[21] National System of Political Economy,
Philadelphia, 1856, p. 114.

[22] Ibíd., p.117 (subrayado en el
original).

[23] Ibíd., pp. 117-118.

[24] Ibíd., pp. 69-70

[25] Citado por A.G.Frank:
L’accumulation dependante, Paris, 1978, p. 131.

[26] Principios de economía
política, II, p. 487.

[27] Prácticamente toda la literatura
de la CEPAL hasta 1970 esta impregnada de esta visión
del comercio internacional en relación con el desarrollo
económico.

[28] Para un resumen de esta tesis, ver
Clement et al.: Economía: enfoque América Latina,
México, 1982, pp. 176-177.

[29] Ernst Engel (Prusia, 1821-1896). En un
trabajo publicado en 1857 afirma que dados ciertos gustos y
preferenciales, la proporción del ingreso gastada en
alimentos disminuye según aumenta el ingreso.

[30] Ver también los trabajos de
H.Denis sobre el deterioro de los términos del
intercambio y las vías de explicación del
fenómeno.

[31] En efecto un ambiente de bajos costos
salariales desestimula la introducción del cambio
tecnológico. El capitalista europeo tendrá
interés de introducir una maquina que vale 500 y que
reemplaza a 20 trabajadores que ganan 50 cada uno. El mismo
capitalista, en un país donde paga salarios de 10, no
introducirá esa máquina que le costaría 30
más que los veinte trabajadores.

[32] Podemos, pues, decir que se trata del
retorno de la mano mágica de Adam Smith, con la
pequeña diferencia de que se avanza un paso mas en la
explicación de cómo ella opera en la
economía.

[33] Efectivamente para importar 5 000
unidades de alimentos de A a 100 MA cada unidad, el país
B necesita 500 000 MA; por otra parte, para adquirir las 3 000
unidades de alimentos de A, a un precio de 80 MA la unidad, se
requieren 24 000 MA. Expresado en la moneda de B, esto
representa 74 000 MB.

[34] La formulación matemática
del análisis neoliberal de la balanza de pagos, sobre la
base de un juego de tres ecuaciones, puede ser consultada en
Rene Villarreal: La contrarrevolución monetarista,
Océano, México, 1984, pp. 511-513.

[35] Los efectos de la devaluación
sobre la balanza comercial, en la óptica ya
clásica del FMI, son expuestos en René
Villarreal: Op.cit., pp. 518-521.

[36] Harry Johnson: “Monetary Approach
to the Balance of Payments”, en: Journal of Political
Economy, 1977, pp. 251-268.

[37] De aquí el apelativo de
“monetarista” que recibe el neoliberalismo. Sin
embargo, la teoría cuantitativa de la moneda tiene una
función mucho más central en el análisis
macroeconómico que desarrolla el neoliberalismo en el
plano de la economía interna. Sobre esa teoría,
desde la formulación “clásica” de
Irving Fischer hasta la versión monetarista, ver James
Tobin: Monetary Policy, Inflation and Unemployement, Yale
University Press, New Haven, 1966. La teoría
cuantitativa en economía abierta y el ajuste de la
oferta monetaria domestica a un tipo de cambio fijo, al como
los entiende la escuela de Chicago, son expuestos en Rene
Villarreal: Op.cit., pp.191-192.

[38] Escapan a ella, principalmente, ciertos
Estados que presentan un fuerte saldo exportador, como
Japón, Alemania y algunos NIC’s.

[39] El razonamiento: los altos ingresos se
destinan, de una manera importante, al ahorro, y una
disminución de aquellos solo acarrea una
reducción de este, lo cual tiene pocos efectos sobre el
consumo. Por su parte, la disminución en los bajos
ingresos repercute, virtualmente, en un 100% en un
decrecimiento del consumo.

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